viernes, 5 de febrero de 2010

Tacto, sol y miedo.

Sobre la superficie de madera yace sentada sobre un caracol una niña. La niña tiene de amiga la sombra de un caballo de plástico. La sombra se refleja en el colmillo de un tiburón gigantesco y antiguo. El tiburón permanece dormido bajo la casa de la niña. En la casa hay rastros de plumas rayadas y manchas de pintura dorada que simulan ser estrellas; pero la niña no tiene ojos y no puede saber que es lo que la rodea. Las estrellas de pintura brillan tanto que su luz durante el día se escurre saliendo por las ventanas. Cuando las personas quieren asomarse a esa casa sin ventanas temen, se bañan solamente de ese resplandor y se marchan. Por las noches cuando nadie esta presente mas que el búho y los coyotes, los ladrones quieren entrar a robar ese oro que día con día resplandece; mas los ladrones al querer entrar se alejan, pues no comprenden porque de noche se escucha el canto de una niña; es el canto de la niña que no sabe cuando es de noche o de día; sin saber, la niña prefiere dormir de día, porque le agrada el calor del sol; aunque ella no sabe que a ese calor se le llama sol, ni que su tacto en las noches le hace sentir como amigos sombras que quedan impresas después de la ausencia del sol; es por eso, que los vecinos pensaban que en esa casa había oro y un fantasma que cantaba, creían en su juego de temores...mientras, la niña, solo disfrutaba de las texturas que su casa le brindaba, y por eso cantaba, cantaba fuerte y alegre, porque cada día tocaba algo nuevo.

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