Vuelvo de nuevo porque pienso en el hombre,
Pienso en los cuerpos derretidos en sabores,
Pienso en los ojos de amor disperso, de sueño; y noto que es buena la caricia en el rostro.
No me había sentido como luces de medio círculo nocturno, no había pensado en alguien como mío. Sin sed, sin nada, con sonrisa sincera como gota de la lengua de un colibrí.
De nuevo me veo entre dudas bellas
No se ¿eres tú? Solo veo tu reflejo de niño, un hombre con la riza y sin frío, con los pies de tierra.
Como quisiera que comieras a mis rotas rocas y las escupieras como estrellas nuevas, mientras yo propongo la mancha de pintura y letras, y que
el rojo derramándose del centro de los cuerpos caiga entre nuestras flores.
Sin más ni menos me divago en estruendos de rayos amarillos, de rayos luminosos y azules también, confundida por los rosas de la delicia, por los miedos pasados, me sombreo como dibujo mal hecho, en la estancia de lo luminoso me filtro.
¿Tu donde estas y en que parte me recoges?, ¿en que sueños me has limitado a ser de tu pecho rojo? ¿Que voces con cantos escandalosos retumban cuando piensas, si es que piensas en mi?
Me estoy atreviendo a meterme donde todos quieren posarse, a la flor desnuda y con pistilos grandes, a polinizaciones de la mente y cuerpo, al enredijo suave y miedoso del amor, a la nueva Introducción del rojo.
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